Al rescate de lo que somos


Es lamentable que en el informe «Así se mueve la corrupción. Radiografía de los hechos de corrupción en Colombia 2016 – 2018» publicado por Monitor Ciudadano de la Corrupción, Corporación Transparencia por Colombia y la Fundación Charles Léopold Mayer, el Quindío aparezca en segundo lugar de los departamentos en donde se vieron involucradas mayor número de autoridades electas. Al respecto, en la página 38 se lee: «[…] un caso que puede catalogarse como crítico se da en el Eje Cafetero. En Armenia los alcaldes del periodo 2012-2015, Luz Piedad Valencia y 2016-2019, Carlos Mario Álvarez Morales, así como la gobernadora del Quindío entre 2012-2015, Sandra Paola Hurtado, se vieron involucrados en hechos de corrupción y fueron destituidos de sus cargos. Adicionalmente, doce concejales de la ciudad en el periodo 2016-2019 se involucraron en irregularidades disciplinarias por el proceso de elección del personero municipal de la ciudad.»

Debo decir que esto me golpeó, no porque desconociera hechos que son de dominio público, sino porque de nuevo sentí vergüenza e indignación. Así como rechazo sin contemplaciones la politiquería y la corrupción, sé que el comportamiento de las personas que así obraron no es el común denominador de los quindianos, una cosa es que nos hayamos equivocado en la elección de algunos gobernantes y otra muy diferente es que ésta sea una región de corruptos.

Pero la mala hora hay que pasarla y no hay razón para seguir pensando en los que nos engañaron y timaron, de ellos que se ocupe la justicia. A nosotros, que somos la inmensa mayoría, nos corresponde levantarnos como sociedad y reconstruir nuestra reputación de armenios y quindianos. Tengamos presente que ésta se relaciona con la percepción buena o mala que otros tengan de nosotros, apreciación que se forma por las imágenes, noticias y hechos que generan juicios acerca de lo que somos. La reputación tiene que ver con el capital social acumulado a lo largo de los años, ya sea por la forma de relacionarnos, por nuestro comportamiento y sentido de pertenecía, por la ética pública que practicamos, por los valores que transmitimos como sociedad, por nuestra capacidad de reinventarnos, por nuestro deseo de progreso y muchas cosas más.

En fin, la reputación es algo dinámico que se crea y se destruye, que se expresa en un estado de opinión y valoración de lo que somos para los demás. Por esto es por lo que no acepto que seamos vistos como un departamento corrupto por culpa de las desviaciones éticas de unos pocos a los que erróneamente les permitimos administrar nuestro terruño.

Entonces pongámosle ganas y verraquera para empezar desde ya a reconstruir la imagen que tuvimos. Es hora de reinventar el concepto de la quindianidad, de fortalecer valores y cimentar nuestra identidad. No podemos mostrar pasividad ni flojera en esta labor, ni mucho menos caer en el error de imaginar que los mismos grupos de la política que defraudaron la confianza que depositamos en ellos, ahora resulten ser portadores de futuro para continuar con sus propósitos corporativos.

Al hablar con la gente palpo una sociedad cansada, pero no derrotada, pues podremos ser ingenuos pero que no nos crean idiotas útiles. Hay que volver a construir honra y confianza, además de consolidar capital social y valores colectivos, este es el desafío al que nos enfrentamos los quindianos.

Armando Rodríguez Jaramillo
@arj_opina

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