Los proyectos de cuatro generaciones

Portal del túnel de La Línea
Armando Rodríguez Jaramillo (Armenia - Quindío - Colombia)

Los proyectos de infraestructura del gobierno son a cuenta gotas, de a poquitos, vienen en minúsculas entregas para que sus realizaciones duren muchos años manteniendo viva la esperanza de los ciudadano en cada elección, tal vez será por esto que 2015 empieza cargado de proyectos refritos que ilusionan a los quindianos sin sospechar cuándo los verán terminados.

Dos de estos proyectos tienen que ver con la carretera Bogotá – Buenaventura, principal corredor de importación y exportación del país. El primero es la doble calzada Ibagué - Calarcá que incluye el sempiterno túnel de La Línea. Hoy el paso de la cordillera Central es una colcha de retazos con algunos tramos en doble calzada y viaductos, pero sin dejar de ser la misma carretera escabrosa y llena de curvas en la que nunca sabe cuánto demorará su travesía.
Comentario aparte merece el túnel de La Línea, que desde mediados del siglo pasado es objeto de promesas presidenciales incumplidas. Así que nos tendremos que contentar con la mitad de lo ofrecido, es decir, con un túnel unidireccional que usarán los que transiten de Ibagué a Calarcá, porque el otro aún es un proyecto lejano. Y para colmo de males, ante el incumplimiento en la entrega de la obra por parte del Consorcio Unión Temporal, se desconoce cuándo culminarán el túnel que debió entrar en operación en noviembre de 2014, proceso que va para largo por cuanto se estudia la caducidad del contrato, lo que implicaría la apertura de una nueva licitación pública para culminar la obra.

El segundo tramo del mentado corredor corresponde a la doble calzada Calarcá - La Paila, de la que se habla desde los años noventa. La última ocurrencia da cuenta que desde hace tres años el grupo Odinsa estructura una APP de origen privado con un nuevo trazado entre Calarcá, Barcelona y La Herradura, iniciativa que ha causado resistencia por el hermetismo manejado con el proyecto, así que habrá que esperar por cuanto es poco, casi nada, lo que se sabe al respecto.

Otra obra esperada es la ampliación de la carretera Armenia  - Quimbaya - Alcalá - Cartago, vía a cargo de la Nación y de la que se habla hace más de dos décadas sin que se sepa qué prioridad tiene para el gobierno nacional esta carretera que une al norte del Valle con Pereira y Armenia.

De esta incertidumbre no escapa la Red Férrea del Pacífico con el tramo Zarzal - La Tebaida, único ramal ferroviario que comunica a los departamentos del Eje Cafetero con el puerto de Buenaventura. Luego de la liquidación de Ferrocarriles Nacionales todo ha sido incierto, pues el gobierno nacional lleva 30 años anunciado la recuperación del tren y nada que nada. En repetidas ocasiones ha informado a cerca de la rehabilitación de la vía pero las inversiones son lentas, a paso de tortuga, como si no le importara este modo de transporte, o que más se puede pensar si para levantar un derrumbe ocurrido en el segundo  semestre de 2010 durante la ola invernal, y que sepultó unas decenas de metros de la banca del ferrocarril en Corozal, límites entre Valle del Cauca y Quindío, la ANI y el Fondo de Adaptación tardaron cuatro años, tiempo que lleva interrumpido el transporte por tren de madera y café desde La Tebaida con destino a Yumbo y Buenaventura, y el tren turístico Café y Azúcar entre La Tebaida y Buga.

A esta situación se suma el frecuente cambio de concesionario de la operación ferroviaria, pues en sólo tres lustros han sido tres los operadores: primero el Tren de Occidente, luego el Tren del Oeste, ahora el Ferrocarril del Pacífico.

Otra obra que padece la paquidermia estatal es la ampliación y modernización del aeropuerto internacional El Edén, de tan caros afectos para los quindianos.  De 1948, año en el que llegó el primer avión, a 1999, año en el que el terremoto del 25 enero destruyo la terminal de pasajeros y la torre de control, El Edén operó con una pista de buena longitud pero con limitaciones técnicas y con un edificio vetusto y estrecho que fue construido pensando en la aviación del siglo XX. Luego vino en 2001 la construcción de la nueva terminal y plataforma, edificio que en sólo cinco años de operación quedó pequeño para atender el flujo de pasajeros en aumento, muestra de la inmediatez con la que se procedió con una obra que debió planearse a un horizonte no menor a 20 años.

Ante la necesidad de modernizar el aeródromo, la Aerocivil y la ANI acumulan dos procesos fallidos de entrega en concesión, uno en 2009 y el otro en 2014. En diciembre del año anterior se dio inicio a un tercer proceso, cuyo cronograma contemplaba la fecha del 13 de enero de 2015 para la apertura de otra licitación pública para entregar El Edén a un operador privado, pero la ANI, a través de un aviso informativo el 9 de enero, anunció su aplazamiento indefinido. Este será otro capítulo incierto para lo cual tendremos que revestirnos de paciencia infinita.

Y como si fuera poco, la construcción del embalse sobre el río Navarco del que se habla desde 1987, aún está en etapa de estudios de ingeniería, y si en estudios van 27 años nadie se atreve a hacer una proyección de cuanto demoraría la fase de consecución de recursos y de construcción de una obra que garantizaría el abastecimiento de agua para consumo humano y riego agrícola en tiempos de incertidumbre hídrica ocasionada por el deterioro de nuestras cuencas y por la amenaza del cambio climático.

Por último está el proyecto para conectar al Quindío al Sistema de Transmisión Nacional, otro anhelo de un departamento que al no ser generador de energía debe garantizar su suministro para impulsar el desarrollo integral de la región. Con este fin se encuentra en construcción la línea de transmisión a 230 KV entre Santa Rosa de Cabal en Risaralda y la subestación Armenia, proyecto con el que se ha hecho política y que ya acusa atraso considerable ante la polémica ambiental contra la Empresas de Energía de Bogotá por la construcción de torres de transmisión que posiblemente afectarían las reservas naturales del Bosque de Bremen y La Marcada en Filandia y Pereira respectivamente.

Esta es una sinopsis de algunas obras de infraestructura que necesita el país y que requiere el Quindío para su desarrollo, pero que se construyen tan lentamente que sus tiempos se miden en términos de generaciones humanas, tal vez por esto es que ahora se habla de las Concesiones de Cuarta Generación, esas que llaman 4G, pues la experiencia nos dice que estos proyectos demorarán cuatro generaciones en ser construidos.