Demo - cracia

Armando Rodríguez Jaramillo. Armenia (Quindío - Colombia).
16 de marzo de 2014

Los resultados de las últimas elecciones son tan parecidos a los de las penúltimas, y a los de las últimas antes de las penúltimas, que terminan por convertirse en un monumental galimatías. Somos una democracia, o al menos eso creemos, porque podemos elegir mediante votación ciudadana a nuestros gobernantes y cuerpos legislativos, y en esto nos diferenciamos de otros sistemas como las monarquías, teocracias y dictaduras.

Entonces, si tenemos el derecho a elegir gobernantes y legisladores, ¿cuál es la razón para que por lo general nuestras elecciones sean polémicas?

En el escenario político colombiano hay dos tipos de candidaturas: las primeras ostentan gran parafernalia y no escatiman publicidad en vallas, televisión, radio e impresos, hacen gala de amplias sedes, se transportan en carros que llaman burbujas que van escoltados por caravanas de vehículos marcados, tienen contingentes de conversos uniformados que los siguen e instalan tarimas en cada comuna o municipio que visitan con equipos de sonido y artistas teloneros, y a donde llegan reparten comida y presentes a los asistentes; al otro extremo están las candidaturas modestas, aquellas que sólo ostentan ilusiones porque escasamente tienen en que transportarse, la propaganda es limitada, las reuniones se hacen en garajes a punta de gaseosa y pan, y de vez en cuando son invitados por algún medio de comunicación como para que no se note que están parcializados con los que pautan publicidad. Y en medio de estos extremos hay otras candidaturas, con un poco más de recursos, que con las limitaciones de los modestos tratan de parecerse a los opulentos.

Entonces aparecen las denuncias de periodistas o de organizaciones no gubernamentales, de ciudadanos indignados o de candidatos afectados, que hablan de campañas patrocinadas por los gobiernos de turno a través de contratos, intimidación a los funcionarios públicos y utilización electoral de los recursos del estado; asimismo, aparecen la denuncia de presencia de dineros provenientes de apuestas permanentes y hasta del narcotráfico como fuente de financiación.

Pero llega el días de las elecciones y obviamente ganan los candidatos dotados de la parafernalia que llaman maquinaria, entonces vienen las denuncias de compra de votos y fraude electoral, que en determinado sito no aparecen los votos, que en el otro se cambiaron los tarjetones,  que no permitieron la presencia de los testigos electorales y de no sé cuántas otras cosas. Al final son unos los ganadores, por lo general los que tenían los medios para financiar campañas ostentosas.

No sé realmente como calificar nuestra democracia en lo nacional ni en lo local, pero siento que es imperfecta, que algo anda mal. Si “demo” indica pueblo y “cracia” dominio o poder, ¿será que estamos confundiendo el significado de democracia entendido como “el poder del pueblo” por el de “la dominación del pueblo”?