Los derroches de la planeación


En las últimas tres décadas en el Quindío se han formulado más de 130 planes que han buscado su desarrollo.


Una revisión a los esfuerzos de planificación realizados desde el «Plan de Desarrollo Agrícola Integrado de la cuenca del Quindío 1990 - 2005», formulado por la CRQ y la Agencia de Cooperación Internacional del Japón -JICA- en 1987, hasta el Plan de Desarrollo Departamental 2020 – 2023 permite afirmar que la planeación, a pesar de su uso recurrente, no ha sido un instrumento de cambio y prosperidad para la región.

El departamento completó tres décadas de intensa planificación en las que, además del citado Plan con la JICA, sobresalen otros como: Plan de Desarrollo del gobierno de Mario Gómez Ramírez (1992-1994) que fue un trabajo colectivo orientado por el CIDER de la universidad de Los Andes, Plan Quindío 2020 caracterizado por ser el más grande proceso de planeación participativa de la sociedad civil emprendido en los primeros años del siglo, dos planes departamentales de desarrollo turísticos, Plan de Ordenamiento y manejo de la cuenca del río La Vieja entre la CRQ, CARDER y CVC, Plan de Desarrollo Agroindustrial, Plan Exportador, Agenda Interna de Productividad y Competitividad, dos Planes Regionales de Competitividad, Agenda Departamental de Competitividad e Innovación y Plan Estratégico Regional de Ciencia, Tecnología e Innovación.

A esta cartera de planificación se suman los planes que, de acuerdo con la Ley 152 de 1994, deben formular alcaldes y gobernadores para su respectivo período constitucional. En consecuencia, se han formulado ocho planes de desarrollo departamentales y noventa y seis planes de desarrollo municipales correspondientes a los periodos de gobiernos 1995–1997, 1998–2000, 2000–2003, 2004–2007, 2008–2011, 2012–2015, 2016–2019 y 2020-2023. Adicional a esto, están los planes de ordenamiento territorial de los once municipios diferentes a Armenia y dos POT elaborados para la capital de acuerdo con la Ley 388 de 1997.


La paradoja del desarrollo 

Sin tener en cuenta otros ejercicios de planeación que sin duda se me escapan, los citados suman 130 planes que han buscado el desarrollo del departamento y sus municipios en las últimas tres décadas, lo cual permite afirmar que nos enfrentamos a una paradoja del desarrollo, o de qué otra forma se podría llamar a esta permanente formulación de planes que en la práctica no producen el progreso esperado, pues los retrocesos en calidad de vida así lo confirman.

Recordemos que un plan de desarrollo tiene el propósito de construir un futuro que mejore el presente con base en las experiencias del pasado, si esto no se logra, no se justifica el tiempo ni los recursos empleados en su formulación y ejecución. Entonces sería bueno saber si los más de un centenar de planes fallaron por una equivocada visión de futuro, por una deficiente formulación, por falta de continuidad de lo que se traía con lo que se iniciaba, por inconsistencias entre lo propuesto y los recursos disponibles, por incoherencia entre los objetivos planteados y las acciones ejecutadas, por inviabilidad económica y técnica de los proyectos, por un manejo ineficiente de los recursos o por desviación de estos hacia prioridades políticas ajenas al bien común.

Responder a estos interrogantes requería un monumental esfuerzo de investigación que esta por fuera del alcance de este artículo. Sin embargo, creo que nos equivocamos en la forma de pensar el territorio, que no tuvimos las respuestas necesarias a las demandas socioeconómicas de la población y que la planificación parece haber sido escrita sobre un palimpsesto en el que se borra lo hecho para reescribir lo que se quiere hacer (o repetir), en un continuo iniciar sin concluir para volver a empezar.

Así las cosas, algo hicimos mal con esta loca y ojalá que no perversa planeación. Es cierto que nos podemos equivocar, pero hay que tener mucho cuidado porque sólo hay una vida para intentar salir adelante. Al parecer algo no funciona, algo anda mal, y los obstáculos que limitan el progreso, lejos de ser coyunturales, se tornan estructurales, y las brechas del desarrollo con otras regiones aumentan. Como el problema no está en no hacer cosas nuevas, sino en continuar haciendo las que no sirven, entonces me pregunto cada vez que se formula un nuevo plan: ¿será que algo va a cambiar o será que algo se está perpetuando?

 

Armando Rodríguez Jaramillo

@ArmandoQuindio

@arjquindio@gmail.com